El campo en España es el sector productivo más precario. La explotación y el trabajo semi-esclavo son consecuencia del control de los grandes terratenientes. Estas nuevas medidas son asumibles para los terratenientes dominantes, pero un problema para los pequeños campesinos que, al no tener suficiente capacidad económica para asumir esos cambios, muchos se verán abocados a la miseria.

La transición ecológica es una más de las muchas mentiras de la Unión Europea para afianzar el control de los monopolios y someter a España al turismo, atacando nuestra industria y nuestro campo. La emisión de gases de efecto invernadero de la Unión Europea supone tan solo un 10% de la emisión mundial, y la producción agrícola y ganadera un 1%. La producción es necesaria, lo único que se logra es que se produzcan los alimentos y la energía en otros países como Marruecos y no en España. La contaminación es la misma, pero tenemos que comprar los medios de vida a otros países perdiendo soberanía y ganando dependencia.

Tras la pandemia del Covid-19 España está en la miseria, despidos y abusos son el pan de cada día de los obreros. El plan de reconstrucción nacional propuesto por el Gobierno no cambia nada, no aboga por la reindustrialización ni por la reforma agraria. Aboga por mantenerse en la situación que ha gestado esta crisis; una economía basada en el turismo y dependencia de la Unión Europea.

Nuestra prioridad ahora no puede ser una falsa transición ecológica. Debemos recuperar el campo y acabar con la explotación en él mediante una reforma agraria basada en la expropiación a los terratenientes y el reparto de tierras entre los jornaleros, la modernización del campo, y la creación de cooperativas estatales para superar las diferencias entre el campo y ciudad.

 

 

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