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Sobre los escándalos de Juan Carlos I

Juan Carlos I, el rey emérito, se marcha por todo lo alto a vivir sus últimos años de vida a República Dominicana. No se ha exiliado ni es una huida, de facto es una jubilación dorada. Ha triunfado el continuismo y estamos viviendo una campaña publicitaria de Felipe VI aplaudida por la izquierda del sistema que presenta la República como una “idea que se abre paso” en lugar de como una posición de principios y revolucionaria.

El rey emérito durante décadas ha sido el jefe de Estado, la representación institucional más alta de este sistema, y sin duda ha manifestado su esencia en su máximo esplendor. Un sistema podrido que se alimenta de la explotación de la inmensa mayoría de trabajadores, donde la riqueza cada vez se acumula en menos manos.

El rey representa mejor que nadie al empresario casposo rentista que vive de la especulación, al terrateniente y empresario agrícola miserable que manda a un capataz a recoger esclavos en furgoneta. Un ejemplo a seguir y un seguro para ese sector turístico y hotelero al que lejos de importarle la salud pública de sus compatriotas le interesa que vengan alemanes e ingleses sin ningún control para continuar amasando fortunas.

En todo caso podemos decir que el rey del sistema también tiene la corona en cuanto a corrupción, a vender a la patria al primer postor y a parasitismo.

Es un hecho constatado que el rey emérito tiene cuentas en paraísos fiscales. Ahora bien, en lo que la izquierda del sistema no quiere poner la tilde es en quién y por qué le entregaron ese dinero. Las opciones son dos, la primera es que el rey hizo de mercader para empresas como la de Florentino Pérez para que obtuvieran beneficios millonarios, nada nuevo para él, y la otra opción es que ese dinero lo obtuvo de la dictadura terrible de Arabia Saudí para legitimar su régimen en España y obtener tratos de favor. Ambas opciones le colocan como un mercader, un mafioso que trafica con los intereses nacionales de los trabajadores españoles a cambio de dinero que ingresar en cuentas suizas.

Nosotros llevamos diciendo desde nuestra constitución que somos patriotas españoles, pero el patriotismo nada tiene que ver con la rojigualda o el rey como lo quiere identificar la reacción sino todo lo contrario. Estos son los símbolos de un sistema que condena España a ser un país dependiente y al pueblo español a ser explotado y humillado por estos vende patrias.

Queremos aprovechar la caída de esta figura del circo mediático y la caída en desgracia de esta institución del Estado para promover la organización obrera y nuestro programa revolucionario: conquistar nuestra soberanía nacional en la forma de República popular y federal encaminada al socialismo.

El rey actual se mantiene y tiene el respaldo de todo el sistema desde Vox a Podemos, que actualmente gobierna y está apuntalando el orden establecido pese al uso teatral que figuras de segundo orden han demostrado en redes sociales. Todo retórica electoral.

Somos la alternativa a toda esta decadencia. No habrá referéndum pactado, u organizamos la respuesta popular o todo cambiará para que nada cambie. Esta izquierda posmoderna es capaz de luchar antes por una Reina que por ninguna República al servicio de los obreros y las clases populares.

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