21 Mar AMANCIO ORTEGA Y SU OPORTUNISMO RECURRENTE

En España tenemos una larga lista de ejemplos de grandes empresarios despreciables. Sin embargo, no hay duda de que entre los empresarios más retorcidos y miserables se encuentra Amancio Ortega.

El propietario de Inditex, es un experto en evasión de impuestos y blanqueo de dinero. Utiliza sus filiales en Suiza, Irlanda y Holanda para declarar beneficios obtenidos en otros territorios y aprovecharse así de las ventajas fiscales de estos países, extrayendo de esta forma la máxima ganancia de la explotación a sus trabajadores. Explotación salvaje que lleva a cabo mediante la deslocalización de la producción a países subdesarrollados, jornadas interminables de trabajo, sueldos de miseria, explotación infantil, acinamiendo de trabajadores, etc.

Los medios de comunicación, haciendo gala de su servilismo, hacen oídos sordos a todo lo anteriormente mencionado y prefieren sacar a Amancio Ortega en portada sólo cuando hace donaciones que califican de “desinteresadas”. Nada más lejos de la realidad. Esas donaciones no son más que otra herramienta que utiliza este parásito para lavar su imagen y la de sus empresas. En ningún caso lo hace movido por un sentimiento de filantropía o por el bien de los trabajadores, ni siquiera podría considerarse un acto caritativo. Este acto responde a sus intereses personales, es una forma de desviar la atención de todas las atrocidades que se realizan bajo el nombre de Amancio Ortega e Inditex.

No nos da miedo afirmar que Amancio Ortega no es más que otro buitre que vive a cuerpo de rey de la explotación ajena, sabiendo aprovechar todos los medios que el sistema capitalista pone a disposición de estos grandes empresarios para continuar engordando sus beneficios privados.

Es del todo necesario destruir el capitalismo y construir una república popular y federal al servicio de los trabajadores, que les devuelva lo que les pertenece, aquello que ellos mismos han producido, para no depender de las donaciones y la voluntad de tal o cual empresario, que no son más que los propios culpables de nuestra escasez.

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